La crisis de los marinos en el mundo

A principios de año se llevaban a cabo las operaciones habituales de los buques que transportan el 90% del comercio a nivel mundial, así como los turistas que buscan el recreo abordo de las enormes naves que surcan los cinco continentes

Pero en febrero de este año, la cadena de eventos desencadenados en el mundo dio un cambio de timón de 180 grados para la humanidad, incluyendo a las personas que tripulan los buques.

La entonces epidemia y posteriormente pandemia provocada por el virus SARS-CoV2 (COVID-19) se encontraba a las puertas de los buques que navegaban en todo el mundo y la situación se empezaría a volver critica, cuando autoridades como las de Hong Kong comunicaran el 1 de febrero a la empresa de cruceros Princess que uno de sus pasajeros desembarcado solo seis días antes, había dado positivo a este letal virus.

Este virus, según sabemos, se originó en la ciudad denominada Wuhan, China, a finales del 2019, por lo que pocos estaban conscientes de la magnitud de este mortal patógeno, y esto contribuyó a su rápida diseminación por el mundo, con el tránsito de pasajeros y tripulaciones, y no fue sino hasta el 30 de enero de 2020 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró emergencia mundial de salud pública.

La propagación de la enfermedad y la identificación de un puño de barcos con casos sospechosos y en algunas ocasiones confirmados, despertarían los más profundos miedos de las autoridades portuarias y las personas a bordo.

Uno de los casos más sonados y difundidos por los medios noticiosos a nivel mundial fue el del buque Diamond Princess de bandera Británica, cuyo armador es Carnival Corporation y que es operado por Princess Cruises, su capacidad de 2,670 pasajeros y 1,100 tripulantes le hizo un lugar perfecto para la rápida diseminación del virus entre las 3,711 personas a bordo que habían iniciado su viaje el 20 de enero, pero que para el final de su travesía tendría 567 pasajeros infectados y 145 tripulantes, para un total de 712, de los cuales 14 pasajeros perderían la vida.

En marzo el Ruby Princess de la misma compañía enfrentó dificultades similares, pero esta vez sería en Sydney, Australia, que para el fin de marzo presentó 440 casos confirmados de coronavirus y 5 muertes.

La lista de buques se volvería interminable, mencionado entre ellos a World Dream, Diamond Princess, Westerdam, Grand Princess, River Anuket, Costa Mágica, Braemar, Costa Luminosa, Silver Explorer, Silver Shadow, Norwegian Bliss, Norwegian Breakaway, Celebrity Solstice, Ruby Princess, MSC Bellissima, Ovation of the Seas[af], Voyager of the Seas[ag], Costa Victoria, Artania, Celebrity Apex, Costa Favolosa, MSC Splendida, Sun Princess, Zaandam, Rotterdam, Horizon, Oasis of the Seas, Liberty of the Seas, Coral Princess, Disney Wonder, Greg Mortimer, Pride of America, Celebrity Flora, Monarch, Costa Atlántica, MSC Seaview, Mein Schiff 3, MSC Preziosa, Seven Seas Navigator, Adventure of the Seas y así la lista se incrementaría y no solo con cruceros de pasaje, sino también con barcos cargueros y de otros tipos.

El 2 de marzo de 2020, la Organización Marítima Internacional (OMI) emitió un documento que contiene las consideraciones operacionales para la gestión de casos y brotes de COVID-19 a bordo de buques, mientras que fue hasta el 27 de marzo de ese mismo año que el presidente de la República Mexicana declaró medidas extraordinarias, publicándolo así en el Diario Oficial de la Federación, que posteriormente el 30 de ese mismo mes publicara el acuerdo del Consejo de Salubridad General.

Para ese mes las autoridades marítimas y portuarias de todo el mundo ya se encontraban en alerta y cerraron los desembarcos de pasajeros y tripulación en todo el mundo, a excepción de algunas pocas naciones como México que implementó por conducto de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Coordinación General de Puertos y Marina Mercante, puentes humanitarios, siendo el primero el 19 de marzo con el desembarco de 357 pasajeros, adultos mayores de nacionalidad alemana que venían a bordo del buque MS Europa, seguido el día 20 por 171 pasajeros y tripulación que viajaron a Keflavik, Islandia, en un vuelo chárter de Iceland Air, y el día 21 con 191 personas a bordo de un chárter de Air Belgium a la ciudad de Dusseldorf, Alemania.

Estas consideradas acciones, garantes de los derechos humanos, llevaron a la repatriación entre fuertes medidas sanitarias de una gran cantidad de pasajeros, pero que nos dejó con otro problema, ¿qué pasaría con las tripulaciones que se quedaron atrás, en los buques?

La respuesta es simple, además del estrés natural del desempeño de sus trabajos, que algunos de ellos son en naves que transportan substancias peligrosas, se fueron acumulando periodos de tiempo a los que no estaban acostumbrados, y más sin poder desembarcar en tierra firme aunque sea por unas pocas horas, llevándolos a presentar síndrome de estrés postraumático y otros padecimientos asociados al estrés como lo son: presión arterial alta, infarto de miocardio (ataque cardíaco), la hipercolesterolemia, aneurisma ventricular, palpitaciones, arritmia cardíaca, cardiopatía isquémica, mala circulación sanguínea.

Ello llevó a diversas organizaciones tanto gubernamentales como no gubernamentales como la Organización Marítima Internacional, el Comité Marítimo Internacional como organismo consultor de la OMI, la Organización Internacional del Trabajo, ICS, IAPH, BIMCO, IFSMA, INTERTANKO, Clubes P e I, CLIA, INTERCARGO, InterManager, IPTA, IMCA, INTERFERRY, FONASBA, ITF y WSC a abogar por los derechos de los marinos que han sido en muchas ocasiones violados con transgresiones a la Conferencia internacional sobre la facilitación de los viajes y el transporte marítimos de 9 de abril de 1965.

Todo lo anterior provocó que la Organización Marítima Internacional emitiera un documento muy importante y que abre brecha para los derechos de las tripulaciones, en donde se dan una serie de recomendaciones con el fin de garantizar que la gente de mar pueda acceder a la atención medica en tierra, esto de forma rápida y segura.

Dentro de los puntos recomendados se encuentra la vigilancia de síntomas de COVID-19 antes del desembarco, aislamiento de casos sospechosos y confirmados, uso de mascarillas, guantes, camillas con cápsulas plásticas para traslado de pacientes y todo el equipo de protección necesario para evitar la exposición a cualquier patógeno de los trabajadores de puerto y las instalaciones en el traslado a los hospitales tratantes.

El Secretario General de la OMI, Sr. Kitack Lim, en días pasados instó a los Estados Miembros a que aplicaran las recomendaciones y las compartieran con las autoridades competentes.

«La gente de mar son el corazón de toda la actividad de la OMI. En las horas más oscuras de la pandemia, han estado entregando desinteresadamente los bienes que todos necesitamos. Su propia salud y bienestar es tan importante como la de cualquier otra persona. Ha llegado el momento de que los gobiernos de todo el mundo cumplan con la gente de mar, asegurándose de que puedan acceder a la atención médica sin demora, siempre que la necesiten”, ha dicho Lim.

Cabe hacer especial mención a que el no auxiliar a la gente de mar que necesite atención médica sería en violación a los Convenios Internacionales SOLAS, por sus siglas en ingles Safety of Life at Sea, el Convenio sobre búsqueda y salvamento marítimos (DAR), Conferencia internacional sobre la facilitación de los viajes y el transporte marítimos (FAL), así como la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS).

Aun cuando es un gran paso el que da la Organización Marítima Internacional, se debe de seguir trabajando en los protocolos e instrumentos legislativos tanto nacionales como internacionales para permitir que el llamado corazón de la actividad marítima, o sea los tripulantes o gente de mar, sea protegida, así como ellos nos protegen trasladando satisfactorios de necesidades básicas y secundarias a todos los rincones del planeta.

Con información de dgcinternacional.com

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